Esta receta, y la información sobre los Roscos Blancos, que compartimos con vosotros, nos la ha hecho llegar el Museo Etnográfico de Azuaga. Es una elaboración que aún se mantiene presente en los hogares azuagueños. Se elaboran principalmente en Semana Santa, pero en los antiguos recetarios aparecen como un dulce imprescindible en las fiestas importantes. Es una especialidad casi exclusiva de Azuaga. La masa se trabaja muy bien, fácil de extender y manejar. Una vez frita su textura es muy crujiente y ligera. Hemos subido alguna foto sin el glaseado para que veáis lo fantástica que queda. Lo que más difícil nos ha resultado, por lo menos para nosotros, ha sido pintarlos. ¡Ármate de paciencia!; es un poco laborioso, pero merece la pena porque, una vez terminado, resulta una delicia para descubrirla. El sabor es delicado y exquisito, con sus matices de limón. Y, para terminar, decir que nos ha inspirado tanto que creemos que un Dulce Tradicional puede convertirse en un Postre Magnifico. Hemos utilizado un Rosco Blanco relleno de crema de almendras, decorado con galletas de canela trituradas y unos pensamientos. Ahora que se acerca el fin de semana, termina una sobremesa con un postre sobresaliente.-
Receta: Roscos Blancos
Pesar y medir los ingredientes.
En un recipiente adecuado colocar las yemas de huevo, el huevo y la cucharada y media de azúcar. Batir muy bien.
Sin dejar de batir añadir el aguardiente y el aceite.
Incorporar la harina y terminar de amasar a mano.
Extender la masa sobre una mesa de trabajo con ayuda de un rodillo.
Cortar tiras de 3, 5 centímetros de ancho.
Coger una tira y extenderla lo más fino posible. Medir el diámetro del molde que se va usar para freírlas y cortar, dando unos centímetros de mas para poder solapar los extremos.
Calentar abundante aceite en una sartén.
Untar bien el molde para hacer los roscos blancos con aceite y que no se pegue la masa durante la fritura.
Colocar la tira de masa sobre el molde de los roscos, untar un extremo con un poco de clara de huevo. Aplastar bien la unión para que no se abra durante la fritura. Mover el molde para que la masa se desprenda de las paredes.
Introducir el molde en el aceite caliente, dejar durante unos segundos y despegarlo con cuidado. Dejar el rosco en el aceite hasta que se dore por ambos lados.
Sacar sobre papel de cocina absorbente.
Dejar que se enfríen antes de bañarlos en el glaseado.
Para la elaboración del glaseado colocamos en una cazuela de suelo grueso las claras y el azúcar. Calentamos a fuego muy bajo, 45º, sin dejar de remover con una cuchara de madera hasta que se disuelva el azúcar. Unos cinco minutos más o menos.
Montar las claras con el azúcar ya disuelto, y la esencia de limón, en un robot de cocina o con una batidora de varillas hasta que estén a punto de nieve, no muy duro.
Sumergir las roscas en el glaseado, sacudir para quitar el exceso y con una espátula terminar de repartir de manera uniforme.
Dejar que se seque durante 30 minutos y si es necesario repetir la operación.
Dejar que el glaseado se seque muy bien antes de servir. Mejor de un día para otro.
Ingredientes
Instrucciones
Pesar y medir los ingredientes.
En un recipiente adecuado colocar las yemas de huevo, el huevo y la cucharada y media de azúcar. Batir muy bien.
Sin dejar de batir añadir el aguardiente y el aceite.
Incorporar la harina y terminar de amasar a mano.
Extender la masa sobre una mesa de trabajo con ayuda de un rodillo.
Cortar tiras de 3, 5 centímetros de ancho.
Coger una tira y extenderla lo más fino posible. Medir el diámetro del molde que se va usar para freírlas y cortar, dando unos centímetros de mas para poder solapar los extremos.
Calentar abundante aceite en una sartén.
Untar bien el molde para hacer los roscos blancos con aceite y que no se pegue la masa durante la fritura.
Colocar la tira de masa sobre el molde de los roscos, untar un extremo con un poco de clara de huevo. Aplastar bien la unión para que no se abra durante la fritura. Mover el molde para que la masa se desprenda de las paredes.
Introducir el molde en el aceite caliente, dejar durante unos segundos y despegarlo con cuidado. Dejar el rosco en el aceite hasta que se dore por ambos lados.
Sacar sobre papel de cocina absorbente.
Dejar que se enfríen antes de bañarlos en el glaseado.
Para la elaboración del glaseado colocamos en una cazuela de suelo grueso las claras y el azúcar. Calentamos a fuego muy bajo, 45º, sin dejar de remover con una cuchara de madera hasta que se disuelva el azúcar. Unos cinco minutos más o menos.
Montar las claras con el azúcar ya disuelto, y la esencia de limón, en un robot de cocina o con una batidora de varillas hasta que estén a punto de nieve, no muy duro.
Sumergir las roscas en el glaseado, sacudir para quitar el exceso y con una espátula terminar de repartir de manera uniforme.
Dejar que se seque durante 30 minutos y si es necesario repetir la operación.
Dejar que el glaseado se seque muy bien antes de servir. Mejor de un día para otro.